COPA ARGENTINA
Octavos de final
Olimpo 1 (10) - BOCA JUNIORS 1 (11)
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Señores: ¡¡¡Esto es Boca!!!
La frontera entre uno y otro día nos deja imágenes que valen más que mil palabras: un racimo de jugadores con una franja color oro que les cruza el pecho corriendo enloquecidos para fundirse en un ramillete con el autor del último penal (Mouche) que sentencia el pase a cuartos de final de la Copa Argentina, un estadio cubierto a reventar que festeja como si fuera una de las tantas noches de gloria en La Bombonera, pero es Catamarca, y no se festeja una Libertadores, se festeja una pase de ronda en una copa que recién empieza a andar.
Pero esto es Boca, es luchar cada partido como si fuera una final, y es festejar en consecuencia el eventual triunfo, que para el común del resto de los hinchas de los demás equipos puede parecer insignificante, pero no para nosotros, porque manda la historia y la mística de la camiseta.
Y vaya si de historia y mística demostraron saber ayer, cuando 8 de los 11 titulares fueron formados en casa, 15 de 18 si tomamos los suplentes, y los más chicos jugaron y definieron los penales como si fueran una fotocopia del Patrón Bermúdez frente al Palmeiras y Sosa, el arquero uruguayo, se plantó como si hace 10 años ocupara el arco de Boca, y fuera una combinación del Loco, el Colombiano y el Pato. Y fueron 26 penales para el infarto y fue triunfo y pase.
Antes hubo un partido que terminó 1-1, y que tranquilamente mereció ser triunfo. Por más que Olimpo haya puesto todo lo que tiene (que no es demasiado, último en el Clausura y casi condenado al descenso), pero que justamente por eso, esta Copa Argentina podía ser para ellos la última oportunidad de pelear algo importante. Y Boca salió a la cancha lleno de piberío, más el aporte de Caruzzo, de Mouche (la figura), del Pochi, del Burrito y de Blandi. Y los pibes respondieron con creces, les costó al principio, se asentaron más tarde y si bien no fueron un dechado de fútbol y dominio, sacaron adelante un partido chivo, que parecía liquidado promediando el segundo tiempo y fue empate por un penal mezcla de foul y mancha de Rivero. Y la cosa se fue a los penales.
Y antes de hablar de suerte en la “lotería”, hay que remarcar el temple de los que patearon a partir del sexto penal, siempre con la presión de convertir o perder el partido, allá fueron Sauro, Ruíz, Insúa, Sánchez Miño, Benavídez, y todos convirtieron. No es poco, por eso el festejo loco del final.
Hace exactamente 10 meses, mientras “los que no podían descender” se hundían en el descenso y sus hinchas rompían su propia casa (esos mismos que ahora hablan de orgullo y revolución), más de uno pensaba ver a Boca en la misma situación a esta altura de los acontecimientos. Pero, para bronca de muchos, en esos 10 meses, se alcanzó un campeonato invicto, se subió en la tabla de los promedios hasta los primeros lugares, y en estos momentos, Boca, el que seguiría el camino de los descendidos, es puntero del Clausura, empezará la semana que viene a disputar los octavos de final de la Libertadores y con equipo alternativo está en cuartos de final de la Copa Argentina.
Boca es protagonista en tres competencias distintas, como manda la historia, quizás se pueda lograr el récord de ganar todo, quizás solo se logre algo, y también está la posibilidad cierta de no ganar nada, pero pase lo que pase, lo que vaya sucediendo se festejará como se merece, porque muchas veces lo importante no es el final del camino, sino haberlo recorrido con coraje y la frente alta. Así los triunfos se festejan más y las derrotas no duelen tanto. Como manda la camiseta. Porque esto es Boca, señores.
La frontera entre uno y otro día nos deja imágenes que valen más que mil palabras: un racimo de jugadores con una franja color oro que les cruza el pecho corriendo enloquecidos para fundirse en un ramillete con el autor del último penal (Mouche) que sentencia el pase a cuartos de final de la Copa Argentina, un estadio cubierto a reventar que festeja como si fuera una de las tantas noches de gloria en La Bombonera, pero es Catamarca, y no se festeja una Libertadores, se festeja una pase de ronda en una copa que recién empieza a andar.
Pero esto es Boca, es luchar cada partido como si fuera una final, y es festejar en consecuencia el eventual triunfo, que para el común del resto de los hinchas de los demás equipos puede parecer insignificante, pero no para nosotros, porque manda la historia y la mística de la camiseta.
Y vaya si de historia y mística demostraron saber ayer, cuando 8 de los 11 titulares fueron formados en casa, 15 de 18 si tomamos los suplentes, y los más chicos jugaron y definieron los penales como si fueran una fotocopia del Patrón Bermúdez frente al Palmeiras y Sosa, el arquero uruguayo, se plantó como si hace 10 años ocupara el arco de Boca, y fuera una combinación del Loco, el Colombiano y el Pato. Y fueron 26 penales para el infarto y fue triunfo y pase.
Antes hubo un partido que terminó 1-1, y que tranquilamente mereció ser triunfo. Por más que Olimpo haya puesto todo lo que tiene (que no es demasiado, último en el Clausura y casi condenado al descenso), pero que justamente por eso, esta Copa Argentina podía ser para ellos la última oportunidad de pelear algo importante. Y Boca salió a la cancha lleno de piberío, más el aporte de Caruzzo, de Mouche (la figura), del Pochi, del Burrito y de Blandi. Y los pibes respondieron con creces, les costó al principio, se asentaron más tarde y si bien no fueron un dechado de fútbol y dominio, sacaron adelante un partido chivo, que parecía liquidado promediando el segundo tiempo y fue empate por un penal mezcla de foul y mancha de Rivero. Y la cosa se fue a los penales.
Y antes de hablar de suerte en la “lotería”, hay que remarcar el temple de los que patearon a partir del sexto penal, siempre con la presión de convertir o perder el partido, allá fueron Sauro, Ruíz, Insúa, Sánchez Miño, Benavídez, y todos convirtieron. No es poco, por eso el festejo loco del final.
Hace exactamente 10 meses, mientras “los que no podían descender” se hundían en el descenso y sus hinchas rompían su propia casa (esos mismos que ahora hablan de orgullo y revolución), más de uno pensaba ver a Boca en la misma situación a esta altura de los acontecimientos. Pero, para bronca de muchos, en esos 10 meses, se alcanzó un campeonato invicto, se subió en la tabla de los promedios hasta los primeros lugares, y en estos momentos, Boca, el que seguiría el camino de los descendidos, es puntero del Clausura, empezará la semana que viene a disputar los octavos de final de la Libertadores y con equipo alternativo está en cuartos de final de la Copa Argentina.
Boca es protagonista en tres competencias distintas, como manda la historia, quizás se pueda lograr el récord de ganar todo, quizás solo se logre algo, y también está la posibilidad cierta de no ganar nada, pero pase lo que pase, lo que vaya sucediendo se festejará como se merece, porque muchas veces lo importante no es el final del camino, sino haberlo recorrido con coraje y la frente alta. Así los triunfos se festejan más y las derrotas no duelen tanto. Como manda la camiseta. Porque esto es Boca, señores.
Publicado por Eddie ( bocayalgomas.blogspot.com )
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