Pero, Boca careció de juego colectivo, no encontró la pelota durante largos pasajes y, salvo en las apariciones de su número diez, no dio imagen de jerarquía.
En el primer tiempo, Argentinos se asoció mejor y encontró espacios por la izquierda, donde Gustavo Oberman quedó muy solo, y llegó más de una vez por arriba.
Esto fue un anuncio de lo que iba a suceder a los 44. Por tercera vez en el partido, Riquelme remató desde afuera, el arquero dio un rebote inesperado y Palermo, siempre atento, puso a Boca en ventaja.
Al llegar al descanso, el cuadro de Alves se llevó un premio mayor al que le correspondía. En el segundo tiempo, Argentinos jugó más atrás y perdió prolijidad en el trato del balón ante un Boca que le dio menos espacios y que se afirmò en el fondo.
El equipo de Claudio Borghi se repitió en envíos aéreos al área y recién encontró más agresividad cuando ingresó el chileno Hernández, quien se juntó bien con Coria. Ya transcurrido el último cuarto de hora, había entrado Ariel Rosada para fortalecer la contención con el propósito de que descansara Riquelme jugando más adelante. Boca parecía tener controlada la situación, pero, a los 36, un tiro libre de Coria desde la derecha al corazón del área impactó en Muñoz y estableció el empate.