domingo, 25 de abril de 2010

221, BOM, BOM, BOM!

Venga ese abrazo

Vaya uno a saber si fue sincero. O si les salió del alma. Tal vez no haya sido del todo espontáneo, pero de lo que no hay dudas es que se trató de un abrazo con muchos otros calificativos. Fue el abrazo más esperado, el abrazo que se debían Riquelme y Palermo, el abrazo que emocionó al pueblo boquense. Ese apretujón entre el 9 y el 10 no sólo fue el abrazo más taquillero de los últimos tiempos: fue la tregua menos pensada, la calma más deseada, la alegría que hacía falta dentro de esa enorme alegría que trajó el 2 a 0 a San Lorenzo.


Fue el broche de oro a una noche especial. Porque ganó Boca --por fin-- un domingo, día esquivo en este apático 2010. Porque se achicó la paternidad de San Lorenzo. Porque el equipo de Pompei se alejó de la última posición y hasta pasó al equipo del Gallego Méndez. Porque hubo un gol tempranero (córner de Riquelme a la cabeza de Giménez) que trajó tranquilidad de entrada. Y porque en el peor momento de Boca, Palermo buscó a Román, el 10 se la dio al rastrón al 9 y el Titán de los goles imposibles definió de zurda al primer palo de Migliore.

Lejos de terminarse con ese gol, la fiesta recién comenzó ahí. Porque el Palermo-goleador corrió hacia la izquierda y el GPS de Riquelme lo mandó al mismo lugar. Sin extraños alrededor, el abrazo se vio venir inexorablemente. Y allí fue cuando Román levantó a Palermo para éxtasis de todo Boca.

La celebración duró unos segundos, hasta que se arrimaron Monzón y compañía y todo se hizo más comunitario. Pero el puntapié inicial lo dieron el abanderado de los riquelmistas y el líder de los palermistas. Riquelme y Palermo, claro, los mismos que visten y calzan...

Que no se llevan bien es más sabido que la tabla del 2. También, que Riquelme se había escapado del abrazo que buscó darle Palermo ante Arsenal, el día que el 9 quebró el récord de 219 goles. La interna, a partir de eso, había vuelto a instalarse: Palermo dijo que no tenía relación con su máximo asistidor y Riquelme argumentó que no había querido sumarse a ese hecho histórico frente a la barra por un supuesto apriete recibido el día anterior. De hecho, mañana Román deberá ir a la Justicia a aclarar si hubo o no apriete.

La 12, palermista, hizo una bandera ante Gimnasia que decía "Martín Palermo, mi único héroe en todo este lío". El resto de la hinchada acompañó a Riquelme pero sin descuidar su devoción por el 9. Ayer, por caso, hubo varias banderas pro-Riquelme: una decía "Román, gracias por ser hincha de Boca y por tu magia inigualable".

Otra muestra más de Guerra Fría podría haber hecho detonar todo. Pero no, el abrazo inteligente del 9 y del 10 potenció todo para bien. Porque Palermo enseguida hizo un quiebre en mitad de cancha y se ganó todos los aplausos. Porque Riquelme sacó a pasear a Damián Martínez y la gente lo ovacionó. Porque el Boca pos-abrazo empezó a tocar y la cancha vibró con los "ole, ole, ole". Y Palermo se fue reemplazado y no chistó. Y Román le pegó una patada y el Kily González reaccionó, y la gente estuvo a morir con el 10.

Habló luego Riquelme: "No entiendo tu pregunta (del abrazo). Estamos contentos porque hemos ganado. Martín hizo su trabajo y yo, el mío. Hay que hablar de fútbol..." OK, pero imposible no hablar de ese "Venga ese abrazo..." .



1 comentario:

  1. Mientras se hablen en la cancha, ¿que importa si no se saludan el 20 de julio? ABRAZO BOSTERO

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