lunes, 8 de noviembre de 2010

Boca y algo más: Tratando de entender


La Bombonera se vistió con la mejores galas. Volvía después de 6 meses (y de la novela de la renovación del contrato), el mejor 10 de la historia del club (o al menos de las últimas 4 décadas, menuda discusión tendría con mi viejo por Rojitas) y la fiesta estaba preparada.

Pero la fiesta se canceló a los 41´del segundo tiempo. Y fue derrota por 2-0, la sexta en el torneo, la cuarta en La Bombonera, otrora inexpugnable. ¿Qué pasó?

Pasó más o menos lo que viene sucediendo con asiduidad. Boca dominó, creo una interesante cantidad de situaciones de gol (también sufrió), el arquero rival fue la figura de la cancha, con el correr de los minutos se empezó a desesperar por ganar, los cambios fueron en la dirección “golpe por golpe” y cuando menos se lo esperaba, un borbollón en el área, un minuto más tarde un contragolpe fulminante y dos goles abajo a falta de 5 minutos con descuento. Acotación a propósito del segundo gol. A Luchetti se lo trajo por la velocidad de piernas para salir ¿no se pudo adquirir el combo completo que incluyera manos también?.

Volvió Román, ¿cambio Boca?. Nos cansamos de escribir a propósito de las expectativas que generaba el retorno del Torero (cada vez más grandes a medida que el equipo jugaba cada vez más feo), que volvía un jugador extraordinario no Superman. Que después de 6 meses sin jugar (y más de 30 años), de Román se podía esperar la pausa, la organización, los pases milimétricos y el potenciamiento de los compañeros. No se podía esperar gran ritmo, mucho aire ni grandes proezas. Entonces, desde lo lógico que cabía esperar, Román cumplió con creces. Fue la figura de Boca (8 según puntaje de Clarín), fue eje del equipo, aportó pausa y claridad (sobre todo en el segundo tiempo), el travesaño lo privó de un gol olímpico y el arquero rival de un golazo desde afuera del área, metió un par de asistencias, pedir más sería sobrehumano.

¿Y Boca equipo?. Considerando que por primera vez Borghi contó con su “equipo ideal”, si ayer hubiera empezado el campeonato, hoy estaríamos diciendo que se vieron grandes progresos respecto a la anterior temporada, que faltan ajustar lógicos detalles y que sin dudas seríamos protagonistas. Pero van 13 fechas, el final está a la vuelta de la esquina, hemos ganado 5 empatado 2 y perdido 6. Es verdad que en pocos partidos fuimos netamente inferiores, pero también es cierto que ni cerca hemos cumplido con las expectativas más conservadoras.

Llegados a este punto, lo lógico sería decir “ya no luchamos por nada, solo resta seguir ajustando detalles, incorporar a fin de año en los puestos que se necesita (¡¡qué corto es el plantel!!), y seguramente podremos aspirar a pelear arriba”. Todo muy lindo, pero para que este discurso tenga un mínimo asidero, hay que ganar el próximo partido. Sino el futuro del cuarto cuerpo técnico en el año, va a pintar negro “oscuro”.

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