lunes, 25 de octubre de 2010

Siga, siga… (muyboca.com.ar)

Una cancha a medio terminar, con una sóla boca de ingreso y egreso y con una policía, la de Avellaneda, que cuenta con un fronduoso prontuario en esto de hacer las cosas mal.

Ya finalizado el partido, la policía quiso desalojar con rapidez la popular visitante pero no tuvo mejor idea que hacerlo con represión y balazos de goma provocando que al menos ocho hinchas de Boca sean heridos. Tal fue la penosa actuación de la bonaerense que los directivos xeneizes tuvieron que acercarse a la zona de tribuna para calmar los ánimos.

“Esto es grave. Acá no hay nada de Boca con Independiente, no sé quien empezó a disparar”, dijo el vicepresidente 2º de Boca, Juan Carlos Crespi, mostrando cartuchos de balas de goma que habría recogido del piso.
“Las balas pegaban en el medio de las ventanas de vestuario. Vamos a hacer la denuncia. La gente salía normalmente”, añadió la autoridad xeneize. Por su parte, el presidente Amor Ameal, responsabilizó a las fuerzas de seguridad por lo ocurrido: “La gente de Independiente no tiene nada que ver. Fue un exceso de la policía”, afirmó.
Llama la atención la severidad de una policía que minutos antes dejó pasar diversos elementos con los que la hinchada de Independiente hizo gala de su poco ingenio y su habitual xenofobia.

Redacción+Agencias

Vergüenza (inaceptable, para cualquier hincha de cualquier equipo)



El racismo y los idiotas (www.clarin.com)


En Argentina el racismo y la xenofobia están al nivel penoso de Europa. En la cancha de Independiente nuevamente aparecieron manifestaciones detestables.

PorJulio Marini


Las paradojas del fútbol. Los jugadores de Independiente salieron con una bandera en la que reclamaban aliento sin violencia y un pedido de disculpas a los "hermanos uruguayos" (por el lamentable incidente en el que fue agredido seriamente el arquero de Defensor de Montevideo por la Sudamericana).
Y en la cancha de ese oprobio por el piedrazo asesino que le abrió la cabeza a Martín Silva, el clásico no largó a horario porque parte del público local lanzó al campo facturas. Tiraron las vulgarmente llamadas bolas de fraile y paragüitas. Si quisieron ser sofisticados o cool, se quedaron en el críptico mensaje porque la mayoría no entendía mucho. Aunque lisa y llanamente el mensaje era para los de Boca por "bolitas y paraguas". Y el mayor agravio era para otros hermanos, los bolivianos y los paraguayos.

Evidentemente, seguía habiendo hinchas de Independiente dispuestos a faltar el respeto. Primero a sí mismos, luego a otras nacionalidades, y de paso dejaban la puerta abierta a que una autoridad hiciera uso del reglamento para poner las cosas en su lugar. Pero como el martes pasado no lo hizo el árbitro brasileño Seneme (debió suspender el partido por la herida de Silva, en lugar de pedir que pusieran al arquero suplente), esta vez fue Diego Abal quien no actuó por eso que arrojaron al campo o por la bandera que en la tribuna local y señalando a la visitante decía "SECTOR INDOCUMENTADOS" y tenía el escudo de Boca, o por esos muchos que cantaron parte del himno nacional argentino señalando a los de Boca. Sobraban los actos racistas para que no se jugara el clásico. ¿El árbitro no los vio?

No es nuevo en el fútbol argentino, pero si no se actúa, seguirá sucediendo. No es nuevo en el mundo. Ayer mismo se conoció que el rumano de la Fiorentina Adrián Mutu golpeó a un camarero por ofensas racistas en un local.

No es nuevo el seguimiento a nivel oficial, ya que el INADI desde el año pasado tiene un Observatorio sobre la discriminación en el fútbol.
No es nuevo que hay mucha gente que agrede con el agravio racista y no es nuevo que muchos otros sonríen porque creen que las palabras no dañan. No es nuevo que los actores de la idiotez, además, tengan una platea de idiotas dispuestos a aplaudir.


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